domingo, 26 de junio de 2011

Por unos cuantos soles

La indigencia y la pobreza en el Perú aumentan considerablemente  en los últimos tiempos.


Por: Mateus Mancilla Herrera



Durmiendo en los callejones del corazón de Bellavista, Callao. Sin más abrigo que cuatro pliegos de cartón y un periódico viejo. Con medio plato de sobras de comida en el estómago conseguidos gracias a los cuatro soles obtenidos durante el día. Así pernocta Lucho en la avenida Saenz Peña, hombre de unos sesenta años que parece no querer recordar su apellido y que demuestra que el sueldo mínimo en este país en realidad no rodea los seiscientos soles mensuales.


“A veces gano unos cuatro soles, si está bueno el día puede que sean cinco o siete”, expresa. El resultado serían unos 120 a 200 soles al mes, aproximadamente. Lucho, reciclando chatarra, se dedica a intercambiar céntimos por kilos.  Porta unos zapatos raidos, casi carcomidos por su antigüedad, unos pantalones rotos que antes fueron elegantes. Emana un maloliente hedor, fruto de no tener una casa por un largo tiempo. Aquel hombre manifiesta no tener hogar durante casi tres décadas. Sorprendente la clara sensatez que no va de la mano con su aspecto.

No obstante, en un distrito vecino y más amistoso con la gente, no se ve la misma realidad. En la avenida La Marina, por San miguel,  trabaja Ernesto Suarez hasta la medianoche. Con una sonrisa, un trapo viejo y una botella de agua. Mientras más limpio quede el parabrisas, más dinero en los bolsillos. Dice que puede ganar 13 soles trabajando veinticinco horas diarias. Ernesto tiene una casa adonde ir, pero se sume en la pobreza, junto a sus dos hijos. “Ellos ahorita no van al colegio”, advierte, con una mirada perdida y taciturna, pronuncia éstas palabras. Lo rodea un carácter gélido, tal vez peor que el de Lucho.

 El presidente de la junta vecinal de la calle Aramburú, en Bellavista, donde se encuentran indigentes como Lucho, expreso que la Municipalidad no apoya ni da oportunidades de empleo. Con el tiempo éstos aumentan y dan “una mala impresión” en las calles. Por otro lado, el ‘guachimán’ de la zona dice que lo ve dormir en el pasto todos los días, leer un viejo libro repetidas veces y hablar solo. Siempre que no esté buscando restos de comidas en basureros de restaurantes por las noches. Las circunstancias indican que él, como muchos indigentes, están destinados a pasar sus últimos días en el frío hogar de un suburbio. O en otro caso, ver como sus seres queridos llevan una mala calidad de vida.

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