domingo, 26 de junio de 2011

Un museo bar

El Rusti Bar es un pub-rockero ubicado a media cuadra de la plaza mayor de Lima. Fue un antiguo hotel de turistas, después un restaurante criollo, y ahora es un espacio con música en vivo que se quedó en los ochentas.

Por: Huber Gonzalo Cieza Bazán


La noche recién empieza. Es sábado. Las tiendas de Jirón de la Unión se han ocultado. Se observan grupos humanos caminado por direcciones diferentes. Los solitarios, que también los hay, esperan escoltarse con alguna alma gemela. El centro histórico de Lima tiene una infinidad de alternativas para pasar una velada diferente. Hay pubs, nightclubs, discotecas, cines, ‘chupodromos’, prostíbulos y la calle. Pero dentro de toda esa inmensa metrópolis despotricada y alternante está el Rusti Bar, un lugar donde se termina de acabar la noche
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Una desconocida banda toca de fondo un cover de “Guns and Roses” («Sweet Child o' Mine»). La gente se amontona, se atrinchera, grita, salta, se mete alcohol a la sangre. Jr. Callao 950, ningún guardia de seguridad te da la bienvenida, se sube por una escalera en forma de caracol hasta el segundo piso. Los grupos se amontonan para estar más cerca al pequeño escenario instalado en una de las diez salas que posee el local.

Es una casona tétrica, oscura y con un olor antiguo. Parece una biblioteca, o mejor aún, un museo, las paredes están absolutamente de arriba abajo repletas de pequeños cuadros que contienen pinturas antiguas o fotografías distorsionadas. Los asientos son de madera mal pulida que aparenta ser un ambiente rústico. No hay casi luz, salvo las pequeñas lámparas que cuelgan de los arrabales de las puertas como escaparates mal ubicados. La distribución de las habitaciones hace que el sonido se acople perfecto. Las notas musicales parecen ir de un lugar a otro sin tocarse, viajan separadas y se juntas en el centro, donde la mayoría de gente se reúne. Es místico.

Hay un balcón que da a la calle, donde las barandas hacen de mesas improvisadas, los maseteros son baños provisorios y el frío de la noche se cuela en los huesos porque las ventanas no tienen protección. Adentro se tiene lo que en cualquier bar se tendría: el alcohol no falta, tampoco los cigarros. Reza un letrero: “En este ambiente público si se puede fumar”. En el ‘Rusti’, como el común denominador lo llama, no importa que no existan mozos que atiendan, porque todos ahí solos se sirven: van a la barra, compran lo que desean y regresan a sus sitios. Es el mecanismo. Un lunar en el rostro más feo.
  

1 comentario:

  1. Me encanta ese bar :) como tu dices es místico, tiene un ambiente único.

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