domingo, 26 de junio de 2011

Entre el tintineo, el humo, el juego y la música

Cientos de personas al día comparten una misma adicción en un mismo lugar: Los tragamonedas.

Por: Patricia Huaraz Paredes

No existe reloj, luz, luz horario ni día en el calendario para ir a un casino. La diversidad de estilos, pefumes, preferencias en el juego es la evidencia de que hay muchas personas que creen firmemente que el dinero llegará fácil a sus manos, sin darse cuenta que su diversión ya es adicción.




Son las siete de la noche y aún no pasa nada. Recién a las once es que estos sitios parecen cobrar vida. Los casinos a esta hora lucen desiertos. Sólo se observan unas cuantas personas sentadas frente a las maquinitas tragamonedas, cuyo tintineo se mezcla con la música pegajosa que sale de los altavoces ubicados por todo el local.

Por las viejas calles de la avenida Juan Lecaros, en Puente Piedra, camina con paso sinuoso y desigual Sara Guevara. Este recorrido lo realiza todos los días, hasta llegar al viejo “Black Jack”, uno de los 20 000 estimados en Lima.

 No le importa que hora es, su presencia diaria está asegurada, al igual que la de más de 120 personas que asisten día tras día. El horario es lo de menos. En un casino no existe reloj ni luz que diferencie las horas. Sólo está ella y su máquina “Gaminator”, una de las más modernas y su preferida.

Sin saberlo, Sara y los demás clientes contribuyen a los 40 000 soles diarios y líquidos que se lleva al bolsillo el dueño Zhu Pei Hong. Sin saberlo, tampoco, ella es presa de la ludopatía. El calido ambiente con el que es recibida, los empleados amables que ofrecen desayuno, almuerzo, cena y barra libre hacen que desista de volver a su casa para ver a sus dos hijas de 7 y 9 años.

Varios de los asistentes señalan que tal vez no ganen ‘buen billete’, pero que se han llevado algún electrodoméstico. En el Black Jack se sortea hoy una refrigeradora. Para fin de mes, una motocicleta cero kilómetros. Durante la noche se presentan bailes y coreografías. La cortesía es para todos, por cada 15 000 créditos ganados –o 15 soles- se recibe un ticket. Si gana más de 15, serán 3. Una oferta irresistible, dinero y premios.

La vida de casi todos los jugadores del casino es igual, se olvidan del tiempo. Piden cigarrillos y los reciben, se antoja gaseosa o trago y es traído con una rapidez impresionante. Pero existe una pequeña minoría que concurre al casino por un detalle que nunca se debe dejar de lado: Las anfitrionas, entre 12 y 15 por sala. Black Jack tiene tres salas: Una de máquinas, una de póquer y una de ruletas y derby.

En aquel lugar todos juegan un papel importante. Las bellas anfitrionas y los agraciados purser. Los operadores de sala, encargados de que ningún cliente se desespere por algún desperfecto en las máquinas. Las cajeras, el personal de limpieza. Al igual que Sara, 120 personas más estan cuasi concientes de que son el centro de atención, que su vida está absorbida allí, pero son muy pocas las que realmente están concientes de que pueden recuperarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario