lunes, 6 de junio de 2011

La Batalla Final

Ollanta Humala y Keiko Fujimori cerraron sus campañas presidenciales a la misma hora con multitudinarios mítines en la plaza Dos de Mayo y el Paseo Colón, respectivamente. 
Aquí, la crónica completa de un acontecimiento histórico.


Por: Gonzalo Cieza Bazán.


Es jueves, siete de la noche, el centro histórico de Lima no es el mismo, desde hace tiempo que no es el mismo, y menos sí se está a pocos días de decidir el futuro de la nación en la urnas. Las calles se cerraron porque ahí nomas, en la plaza Dos de Mayo, se comienza a corear un tufillo de simpatizantes del candidato presidencial Ollanta Humala; son decenas, miles,
esto recién empieza y todo parece esperanza en un noche que promete; una noche que promete enfrentamiento, porque al otro lado, a unas diez cuadras se levanta el estrado del rival de turno, Keiko Fujimori, quienes también son miles.

Un mar naranja, en la tarima se aprecia una gigantografía que domina el rostro de la candidata. A la hija del expresidente Alberto Fujimori aún no se la ve, pero sus adeptos son cada vez más. Se anuncia la salida de la lideresa de Fuerza 2011, el Paseo Colón retumba, ahora miles de banderolas, caballetes y estribos se menean en el aire.

En la plaza Dos de Mayo, las cosas se han apaciguado, el terminó del mitin parece esquivo a actos de violencia, Humala Tasso se despidió de sus simpatizantes con las manos en alto. Las bandas musicales esperaron su oportunidad junto a los fuegos artificiales, todos al entrar en la av. Tacna, se dispersan sin confines establecidos, muchos a algún bar “caleta” del centro a seguir con los festejos, porque recordemos que ya es viernes y la ley seca comenzó.

El Paseo Colón, aún aguarda la despedida de Fujimori, la lideresa levanta los brazos juntos a sus últimos aliados y la presencia de su madre, Susana Higuchi, alarga el desenlace que ahora se concretiza. Después de la última artista en escena, todos los presentes se retiran sin voz en las faringes. Ahora tranquilos esperan seguir sus festejos a otros lares o irse a esperar el día final.

Son las cuatro de la mañana, la plaza Dos de Mayo queda reducida al soplo del viento que levanta por los aires los restos del jolgorio, está inundada de papeles con el rostro del candidato presidencial, frases alusivas de transformación política y un solo gesto se refleja: “política de mierda, para lo único que sirve es para ensuciar a la ciudad”, dice un locuaz vagabundo que se sostiene con una botella en la mano.

En el otro horizonte,  una hora después, solo una escenario que empezaba a desarmarse y tres sujetos con polos reticentes en la vereda de al frente, tambaleantes se abrían paso como ocultando el delito, ellos no hicieron caso a la prohibición mencionada. Muchos tampoco.

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